En el silencio encontré la paz que nunca encontré en el mundo. A través del silencio Dios llenó todo vacío que yo tenía en el corazón.
Antes del silencio mi vida era monótona, vacía y vivía a la defensiva. Atada al resentimiento. Luego, el Señor Jesús me liberó gracias a esta oración que uno sana y aprende tantas cosas maravillosas que había en la vida y que yo no lograba ver. Mi corazón ya no está duro. Antes de la oración mi corazón no sentía paz.
A través del grupo, uno definitivamente crece. Se necesita esa guía espiritual como es la de doña Aída María, en donde las dudas se disipan y vez las circunstancias con otra mirada. Encontras fuerzas, fe y amor entre las hermanas escuchando y compartiendo momentos difíciles o alegres. La oración y testimonios de cada uno de los miembros me hacen crecer y querer seguir adelante creciendo como los demás.… recibimos sabiduría de parte de Dios en el silencio.
Solo puedo dar gracias a Dios por esta oportunidad. Mi vida cambió. Un antes y un después. Lo que más añoro de Nicaragua es mi grupo y mi familia, es por ello que le pido a diario al Señor el milagro de poder regresar y poder seguir creciendo en mi comunidad.