Mi camino a la contemplación inició hace 7 años en una etapa de dificultades y cambios en mi vida, fue una invitación directa del Padre a conocer la oración del silencio en ese preciso momento. Y comencé a sentarme y buscar ese encuentro con el Padre sin palabras, sin entender, pero confiada.
Con el paso del tiempo mi manera de ver cambio, entendí que no había nada que perdonar a las personas que creía que me habían fallado en aquel momento, y cómo si fueran otros ojos los que vieran comencé a percibir las situaciones de manera distinta y a ver lo bueno y vivir agradecida. El cambio se dio en mi, no en las situaciones ni en las demás personas, en aquel momento.
La comunidad fue clave pues la oración del silencio requiere disciplina, constancia y apoyo, es un regalo pertenecer a una comunidad contemplativa.