La grandeza de la Oración Contemplativa es su sencillez y simplicidad no obstante su inmensa profundidad y poder transformante.
En el silencio el Espíritu Santo nos regala dos gracias supremas para el camino:
por una parte el Don de Fortaleza que nos da la fidelidad y disciplina para entrar a descansar en el Amor, cada día dos veces al día sin desfallecer , aunada a la experiencia viva y conocimiento intuitivo de El Amor que nos habita..
Dotados de la sabiduria e inteligencia espiritual que el Espiritu nos comunica podemos descubrir cual es la misión de la Vida, el sentido último de la Vida sin confusión, ni división.
Surge en el alma la certeza inconmovible de que la gran misión de esta Vida es comunicar este Amor para que otros puedan ver y vivir en esa Luz y desde esa certeza.
Si entendemos esto y vemos solo a traves de ese Amor y juzgamos solo a traves de la Luz de este Amor, habremos aprendido a vivir.
Es nuestro llamado entrar en el reino de la Luz y respondemos a él, entrando en nuestro corazón para ser revestidos del Amor …. asi formados y restaurados en el fuego de su Amor, nos envia …..
“—- para que les conceda según la riqueza de su gloria, que sean fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior, que Cristo habite por la fe en nuestros corazones..” Efesios, 3, 17