Mi vida dio un giro de 360 grados desde que el silencio llegó a mi vida. Mi visión de las personas, de las cosas, del mundo y de las circunstancias cambió. En ese diario “encuentro de Amor” con el amado del alma, mi interior se ha fortalecido, me ha hecho sentir amada incondicionalmente, me ha enseñado a amar desde otro lugar a los que me rodean y ha ido sanando mis miedos, inseguridades y traumas desde mi pequeña infancia.
Me ha enseñado a disfrutar y vivir en el momento presente, apreciar los pequeños y simples detalles de la vida, a soltar el activismo y experimentar su presencia en la quietud.
El grupo semanal ha sido fundamental para poder perseverar en este bello camino; de lo contrario, hubiera sido imposible. Las enseñanzas y reflexiones que recibimos en esos encuentros sobre “La Palabra de Dios” y otros temas relacionados son una inyección para poder vivir la semana cargada de su amor, su alegría y su paz.
Siempre recibo como un regalo la experiencia y testimonio de fe de los hermanos que participan, lo cual siempre es un estímulo para seguir adelante en esta travesía espiritual.
Cynthia Argüello de Cardenal